8 jun 2007

PJ Ícaro - En Vida (Anexo)

Hola! Soy una persona insignificante con una vida insignificante. Siempre ha sido así, pero hace unos tres años, todo cambió. Una preciosa mujer me dio un beso que ha transformado toda mi vida. O mejor debería decir, provocó un abandono de mi vida pasando a tener una nueva vida como un no muerto. Estoy muerto, pues el beso así lo exige, sin embargo, una bestia vive dentro de mí, una bestia que me da poderes sobrehumanos. Pero nunca se da algo por nada, así que además de grandes poderes me ha otorgado una terrible maldición. Ahora necesito alimentarme de sangre. Sí, eso es lo que soy... un Vampiro. Un vampiro que lucha con todas sus fuerzas contra esa terrible maldición.

Pero esta no es la historia de la no muerte, sino de lo que más valoro ahora, esta es una historia de la vida, de mi vida, de mi forja como policía. Con un pasado ya conocido, incapaz de entrar en la universidad, con una madre muerta al darme a luz, con un padre borracho que me maltrataba, fue poco el tiempo que tardé en salir de mi pueblo de infancia para establecerme en Rosemount.

Rosemount es un pueblo pequeño de unos 20.000 habitantes en el borde del estado de Minesota con Wisconsin. Está a unos 300 Km. de Chicago mi actual residencia. Está a 15 millas de una gran ciudad Twin Cities. Pero lo que más me atrajo de este pueblo es que está bordeado por el Río Mississipi, tiene 23 parques dentro de la ciudad y está rodeado por una gran reserva natural. Una magnifica oportunidad de disfrutar de la belleza y de la tranquilidad que sólo la naturaleza es capaz de otorgar.

Justo recién llegado pude presentarme a unas oposiciones para policía. Gracias a Dios aprobé y pude encontrar un sitio donde residir y quien sabe, tal vez crear un hogar a pesar que la naturaleza no me hubiera dado un físico agradable.

Con el nuevo proyecto de rehabilitación del centro acababan de abrir una comisaría en el centro de la ciudad donde se estaban realizando importantes obras. La comisaría era fantástica con un gran gimnasio en el centro. Gimnasio que empecé a visitar de forma asidua. El trabajo, duro al principio, fue resultándome cada vez más fácil. Por fin podía hacer algo por ayudar a las personas que estaban con problemas, problemas parecidos a los míos en el fondo donde alguien con autoridad se impone por la fuerza. Siempre ocurre lo mismo, hoy un desgraciado, mañana un hacedor de desgraciados.

Aunque el compañerismo entre todos en un principio fue muy bueno, cada vez tendió a producirse una mayor diferenciación entre la “sangre joven” como nos llamaban y aquellos con varios años de experiencia en el cuerpo. Nosotros poníamos la sangre caliente (aunque es ahora cuando conozco realmente el significado de sangre caliente con un mago enfrente) y ellos la experiencia. Ellos nos llamaban impulsivos y nosotros a ellos “culos de despachos”.

Yo, por mi parte, procuraba pasar la mayor parte de mi tiempo libre en la reserva natural, disfrutando del aire libre y puro y del espectáculo de la naturaleza. Recuerdo que un día, incluso llegué a ver a una loba que me miró fijamente antes de dar media vuelta, cosa bastante extraña porque ese tipo de animales no solían andar por esta reserva, puede que algún coyote o algún zorro pero no lobos.

Antes de conocer a mi actual compañera de aventuras, la hermosa y poderosa Katrina, sólo hubo dos mujeres que hayan sido significativas en mi vida. La segunda de ella se llama Vanessa, una hermosa criatura de Dios que es la responsable de mi no muerte. Fue aquella que me besó tan profundamente que limpió mi cuerpo de sangre y me ofreció parte de la suya transmitiéndome la bestia. Pero ese momento aún no ha llegado en mi historia.

La otra mujer, apenas recuerdo ya su nombre, tanto hace que no lo pronuncio. Irina era su nombre. Era una joven rusa que acudió un día a mi mesa con una extravagante historia, unos hombres la buscaban para matarla y apenas tenía dinero para comer cuanto más para pagar protección. Hablé con el comisario Stacker, un hombre entrado en años de rostro duro e insensible. Antaño casado, padre de dos hijos un tanto anarquistas, en contra del gobierno y en contra de toda autoridad (qué irónica es la vida).

Como decía, el comisario Stacker desestimó el caso por falta de pruebas. Así fui a comunicárselo a Irina, pero sus ojos azules clarísimos, su piel pálida y sorprendentemente el calor de su mano sobre mi cara mientras lloraba suplicándome ayuda me conmovió de tal manera que tomé como mío el caso. Y esta decisión, me trajo a posteriori consecuencias que cambiaron el rumbo de mi vida.

Poco a poco comencé a seguirla en mi tiempo libre, vigilándola, protegiéndola. Un día, mejor dicho, una noche, estaba a punto de retirarme del bar enfrente de su casa cuando vi a dos hombres sospechosos entrar en su bloque. Rápidamente fui tras ellos. Después de subir corriendo unas viejas escaleras de caracol de madera, llegué al piso de Irina donde los vi forzar la cerradura de su piso, rápidamente salté sobre ellos entablando una pelea que duró poco. Ellos eran dos niños sin corpulencia alguna. No me costó mucho tirarlos al suelo de sendos puñetazos saliendo ellos por patas. Me sorprendió que no llevaran ningún tipo de armas, como si no quisieran hacer daño. Irina salió a la puerta de su casa y se abrazó a mi llorando, volviendo a suplicar mi ayuda.

Decidí llevar a Irina a mi casa, y fue esa noche cuando conocí a Vanessa pues salía de mi bloque cuando entrábamos nosotros. Y no pude menos que quedarme admirándola, como hipnotizado. Nunca antes había sentido ese impulso animal dentro de mí. Y ahora que recuerdo, Irina, miró a Vanessa con bastante dureza en la mirada. Esta fue la primera de las muchas noches que vi a Vanessa, como si estuviera vigilándome. Y sin embargo, fue la última noche que vi a Irina.

Cuando entramos en mi apartamento, dejé que Irina se acostara en mi cama mientras me dispuse a hacer una noche de guardia, preparándome café. Mañana tendría que pensar qué iba a hacer con ella. Pero a mitad de la noche, ella se despertó y por primera vez en mi vida, me ofreció la dulzura y el cariño que sólo una mujer es capaz de dar.

Cuando me desperté, bastante tarde por cierto, Irina no estaba. Se había ido sin dejar rastro, como si nunca hubiera existido, como si sólo hubiera querido amarme una única noche. Ese día llegué tarde a la comisaría. El jefe Stacker me llamó a su despacho donde me echó la bronca por haber vigilado a Irina, no tanto en mi tiempo libre como en parte de mi tiempo profesional. Por lo visto la habían encontrado en su apartamento quemada y algunos vecinos me habían visto por la noche en su bloque.

Cuando fui al depósito a pesar de la terrible desfiguración del cadáver, no reconocí a Irina en ese cadáver. Me volví un poco obsesivo y dedicaba casi todo mi tiempo libre en la búsqueda de la verdadera Irina, en los jefes de los supuestos atracadores de Irina cuando la salvé aquella noche. En mi trabajo también me volví obsesivo con una banda de delincuentes egipcios.

Sólo dos o tres policías de los llamados de “sangre joven”, con los que aún mantengo algún contacto telefónico para que no me den por muerto, quisieron seguir saliendo a patrullar conmigo. El Jefe Stacker sólo buscaba la más mínima oportunidad para cesarme en mi puesto, oportunidad que yo no pretendía darle. Alguna que otra vez seguía acudiendo a mi refugio en la naturaleza donde a veces veía de lejos esa extraña loba o incluso algún extraño y gran murciélago.

En mi cabeza sólo rondaban preguntas y preguntas ¿Qué quería de mí?. ¿Por qué se puso tensa cuando vio a Vanessa?. ¿De quien era el cadáver de la pobre que acabó quemada?. ¿Quien iba detrás de ella?. ¿Por qué Stacker no quería saber nada de ella?

Esas son las preguntas que me asaltaban cuando investigaba sobre ella. Hace más de 8 años de todo aquello. Hoy, es sólo un viejo recuerdo en mi cabeza. Y aparte de su misterio sólo hay otra palabra asociada a ella en mi cabeza ... melosa, fue terriblemente dulce y amorosa conmigo. Quizás es por eso por lo que aún no la he olvidado del todo.

Mi obsesión por la justicia y la banda egipcia me llevó al hospital con un tiro cercano al corazón. Cuando salí de hospital me tomé unas vacaciones para refugiarme en la reserva natural donde por fin, Vanessa, me dio el beso más profundo que se puede dar transformándome en uno de su casta, en un Gangrel. Y esa historia, esa, ya la conocéis.


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