8 jun 2007

PJ Ícaro - Morton Arboretum


(Cualquier momento antes del viaje a México)

Últimamente la noche, es más sombría que de costumbre. El aire atenaza mi garganta y la polución seca mi espíritu y mi ánimo.

Chicago, una gran ciudad de este país. Grande para todos aquellos que desconocen los entresijos de nuestra sociedad. Pero no es más que piedra ennegrecida por los malos sentimientos que vuelan por el aire con el paso del tiempo. Es tiempo de estar solo, es tiempo de disfrutar de la única gran herencia que todo ser vivo tiene, la misma naturaleza.

Existe un lugar, algo alejado de chicago, pero relativamente cerca, muy conocido por todos nosotros, los extranjeros amantes de la naturaleza. Lugar al que aún mis viajes no me habían llevado. Era hora de conocerlo.

Había pensado coger algún transporte hasta la zona, pero al final, decidí hacer todo por mi mismo. Gracias al poder de mi sangre, a mi maldición, me es fácil adoptar una forma de lobo, forma en la que es fácil y rápido viajar, moverse fuera de las carreteras convencionales, sentir el aire, limpio y sano una vez sales de las ciudades, captar sensaciones que no son posibles para un humano. Un mundo nuevo de olores transportados en la brisa ... una experiencia única que todos deberían sentir alguna vez.

Poco a poco mi destino se acercaba hasta que por fin pude entrar en. Está calificado como una reserva natural dentro de USA y un lugar de belleza máxima para nosotros.

Ah!!!! Qué placer estar tirado, revoleado entre bellas blancas flores sintiendo la humedad del ambiente mojar tus ropas! Ah!!! Qué placer convocar toda clases de animales y poder jugar con ellos (aunque algunos se molestan alguna vez cuando les interrumpes con una llamada y tienes que salir corriendo jejeje).

Llevaba algo más de una semana cuando en lo más interno del parque pude observar unas pisadas humanas. Me costó mucho poder rastrearlas, sobre todo porque acababa de llover y era fácil perder el rastro. Pero al final encontré al dueño de estas pisadas ... o tal vez me encontró él porque la naturaleza humana nos hace creernos el centro del universo, más aún en nosotros, arrogantes vástagos.

Su nombre era "Dos Halcones" un viejo indio que también estaba de paso, fue divertido estar con él. Cazamos juntos, y nos contamos muchas historias. Me estuvo contando muchas cosas de su pueblo, de sus leyendas y supersticiones. Interesante el pueblo indio, tendré que estudiarlo un poco más. También me estuvo contando la historia de una manada india de lupinos hace muchos años, en la época del viejo oeste.

Esta manada era adorada por su pueblo, acudía a ellos en caso de necesidad y solicitando consejo hasta que el hombre blanco, guiados desde la oscuridad por los vampiros, la aniquilaron, no quedando ninguno de ellos con vida. Qué gran pérdida!!! Qué odio tan profundo entre ambas razas, un odio que viene desde hace eones ...

Lamentablemente al poco tiempo de conocerlo, "Dos Halcones" tuvo que continuar su viaje, quedando yo de nuevo en la soledad de semejante paraíso.
Ha pasado una semana desde que "Dos Halcones" se ha ido. Ayer di rienda suelta a mi desenfreno. Me arriesgué a convocar a lobos y sólo acudió una única loba. Estuve recorriendo el parque con ella a mi lado. Era una loba con dos crías, así que me llevó hasta ellos. Tenía una mirada triste en sus ojos, y así acabé enterándome qué le había pasado. Unos cazadores furtivos habían diezmado su manada, aniquilando al padre de sus crías. Una gran ira empezó a forjarse en mi interior, aunque logré contenerla dentro. Sentí desgarrarse mi carne y mi piel mientras las garras florecían hacia el exterior..

No me costó mucho encontrar su campamento, eran cuatro cazadores y sin ninguno haciendo guardia, como si la pequeña hoguera que tenían les fuera a proteger de todos los animales. Esa noche me infiltré en su campamento, desgarré sus tiendas e inutilicé sus armas. En el ambiente, un pestazo a wisky indicaba que no se iban a enterar de nada.

Pero no captaron la indirecta, no solo no se fueron sino que uno de ellos tuvo que bajar a algún pueblo a reparar sus armas. Cuando volvía al campamento una pequeña amiga alada me indicó que había uno escondido. Me transformé y le ataqué dándole dos buenos mordiscos en una pierna. Le empujé hacia el campamento. Sus compañeros salieron y me dispararon con sus pistolas, afortunadamente no me hicieron mucho daño. Activé mi celeridad y les volví a morder en las manos para que soltaran sus armas. Les fui arrinconando hasta su vehículo y logré que se fueran de esta reserva. Una vez se marcharon adopté mi forma humana y pude observar a un lobo colgado. Saqué mi cuchillo y lo eché al suelo. Poco después apareció la loba con lágrimas en sus ojos.

Siempre es duro que te separen de las personas que quieres y yo llevo mucho tiempo lejos de Chicago. Allí muchas cosas están por ocurrir y también hay personas a las que quiero de todo corazón y animales que dependen de mi. Es hora de volver a Chicago, además, la naturaleza empieza a agitarse ...

Y esa misma noche, después de enterrar al lobo, inicié el retorno a la gran metrópolis ...

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